El conjunto blaugrana empieza a adolecer de los mismos males que
precedieron a la gloriosa etapa de la mano de Pep Guardiola, una etapa que
comenzó con un lavado de cara de la plantilla en busca de la ilusión perdida y
que dio paso a uno de los equipos que serán recordados en la historia
futbolística.
La 2007/2008 fue la primera temporada en blanco para el F.C.
Barcelona desde la 2003/2004, año del debut de Frank Rijkaard en el banquillo
culé y de Joan Laporta en la presidencia. Culminaba un proceso de
descomposición que se había iniciado un año antes al conseguir solo la
Supercopa de España y perder una liga que tenía ganada ante el Madrid de
Capello.
El cambio urgía
El Barcelona era una bomba de relojería en el que los líos en el
vestuario e institucionales eran recurrentes: rajadas en la prensa por parte de
los jugadores, mociones de censura contra la directiva de Laporta… Los
jugadores ya habían perdido el hambre futbolístico después de un exitoso
periplo en el que ganaron la segunda Champions de la historia blaugrana, y el
esfuerzo en los entrenamientos y en mantener la forma física cayó en picado.
Laporta
decide cambiar el rumbo de la nave blaugrana y, ante la negativa de Mourinho a
comandarla, decide dar las riendas al entrenador del Barcelona B, un novato
pero histórico exjugador, excapitán y canterano del club, Pep Guardiola. Viendo
la falta de motivación de los pesos pesados de la etapa anterior, pone el
cartel de transferibles a Ronaldinho, Deco y Eto´o, aunque este último acabaría
quedándose para marcharse, “por falta de feeling”, un año después. Además
decide subir de la cantera a varios jugadores que se convertirán en el
estandarte del nuevo Barcelona. Todo el mundo futbolístico sabe como acabó la
arriesgada apuesta.
¿Otra
descomposición?
Ya Pep advirtió, en su
última temporada, cierta desgana en sus jugadores y discrepancias con la directiva,
sobre todo a la hora de confeccionar la plantilla. Incluso la rumorología
apunta que Guardiola pretendía hacer algo similar a la “limpia” que hizo al
llegar para seguir con el cargo. Esta desgana fue algo que se acentuó con el
continuismo de Vilanova y la autogestión a la que se sometió el vestuario por
la enfermedad de este.
Y en estas,
con la pretemporada ya comenzada, Vilanova recae y llega Gerardo Martino, un
entrenador que tampoco se decide a dar un paso al frente y cambiar las cosas. Y
la plantilla, poco a poco, va pareciendo más cansada de ganar siempre, cansada
de nuevos líos institucionales…
Hasta en Can Barça se dice que el club peca de autodestructivo y,
poco a poco, va habiendo aroma a 2008 en el ambiente blaugrana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario